sábado, 16 de agosto de 2008

Pequeña Isa

Imagínate que soy un pequeño ser, un personajito chiqutín con un par de alas en la espalda. Como un hada si quieres. Estas alas algunos días no sirven para volar, solo sirven para saber que están ahí, otros si sirven, pero al ser tan pequeñas no pueden alzarme en vuelo y consciente de este problema a penas las intento usar...hay días en los que me valgo del polvo de otras hadas para sentir que vuelo pero no soy yo, es solo la inercia de su vuelo de cometas, de ahí su polvo.
Vivo en un casa con muchas habitaciones y muchas ventanas pero con dos balcones muy curiosos porque, al igual que los espejos mágicos, por fuera muestran su verde perenne pero por dentro tienen un color distinto que va del rosa al gris, según el día.
Todo está más o menos ordenado dentro de un pequeño caos, sobre todo mi dormitorio, la habitación donde más horas paso. Alguna vez intentando volar desde allí sin querer levanté un poco del polvo acumulado sobre los muebles intactos y estornudé. Siempre pasa igual. Al final entre el leve aleteo frustrado y mi alergia al polvo se terminan ensuciando los cristales de mis balcones volviéndose aparentemente grises y tengo que limpiarlos corriendo con un poco de agua y pañuelos. Entonces aprendo una lección que sé equivocada, pero que a la corta es práctica: No intentes volar en tu dormitorio o acabarás limpiando cristales a toda prisa.
A veces pienso que no estaría mal ordenar mi cuarto, pero soy tan perezosa...se está muy a gusto sentada en el balcón contemplando el mundo y mientras que no sople viento no me acordare del desorden que hay a mis espaldas.
El verano se acaba, de hecho esta noche puedo escuchar truenos. Una tormenta se acerca y con ella el otoño y el mal tiempo. Aún no se por qué lo llaman así, con la falta que nos hace el agua.

Un día que jugaba a buscar entre las nubes que se ven desde mi balcón encontré un mensaje que decía lo mismo que me decía mi padre de pequeña "Termina de arreglar tu cuarto y sal volando, que llegas tarde".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El destino de las hadas es volar. Aunque sus alas sean pequeñitas, aunque no tengan alas. Es una de las cosas que las caracterizan.

Lo que dices del balcón me recuerda un libro de lecturas del colegio que leí en mi niñez, allá por el siglo XIII. Es de Tagore, y, no sé por qué, después de muchos años, me inspira la misma ternura que tu relato. Si me permites, me gustaría copiarlo aquí:

"Cuando madre, en el mismo momento en que oscurece, me manda a la cama, veo por la ventana al sereno, que se pasea vigilando arriba y abajo. La calle está oscura y solitaria y la farola está en pie como un gigante con un solo ojo colorado en la frente. El sereno viene y va meciendo su farol con su sombra al lado, y en su vida se tiene que acostar.
¡Quién fuera sereno, para pasarme la noche entera, calle abajo, calle arriba persiguiendo las sombras con mi farol!"

antemil dijo...

¿Por qué cuesta tanto volar? Ya no importa si eres hada, urraca o águila. A veces es imposible alzar el vuelo y, tantas otras, acabas conformándote con mirar a los cielos que te gustaría rozar.
Pero hay que seguir intentándolo hasta el final, aunque no tengamos alas.

Anónimo dijo...

las alas se tienen que ejercitar, si ese musculo nunca se ha utilizado , no tendra fuerza para levantarte, pero poco a poco, si todos los dias lo intentas, irán cogiendo esa capacidad, y cuando te quieras dar cuenta estarás donde tú quieras. Hermanita

Anónimo dijo...

¿Quién logrará ver más allá de l evidente?